Seleccionar un perfume no es un asunto baladí, es un proceso que requiere tomar en cuenta algunos factores hasta ahora desconocidos por el gran público, factores que han permanecido en secreto, ocultos, disponibles solo para unos pocos y hábiles expertos de esta ciencia milenaria.
El Sentido del Olfato y su Conexión con la mente
Los sentidos, además de proveernos información sobre el mundo que nos rodea, son una importante fuente de placer. Los seres humanos hemos evolucionado acompañados del sonido del mar y del viento, viendo las estrellas, el sol y la luna, sintiendo sobre nuestra piel la caricia de otros seres humanos, gustando del sabor de los alimentos y sintiendo el aroma de las flores.
Aunque muchas veces no le prestamos gran atención, el sentido del olfato es particularmente poderoso.
Y es que el sentido del olfato está conectado directamente al sistema límbico la parte del cerebro humano que controla las emociones y que también posee importantes funciones relacionadas con la memoria.
Percibimos un olor cuando unas moléculas aromáticas penetran la cavidad nasal, estimulan los terminales nerviosos encargados de detectar olores, estos terminales convierten el influjo de moléculas aromáticas en impulsos nerviosos y los envían al sistema límbico en donde, dependiendo de qué tipo de aroma se trate, provocan diversos tipos de reacciones emocionales, emotivas, sentimentales, de alerta, peligro, recuerdos etc.
Estudios recientes confirman lo que ya atesoraban antiguos sabios y alquimistas, que los olores que percibimos tienen un impacto significativo sobre nuestro estado anímico.
La importancia del sentido del olfato, puede verse en las observaciones hechas por el Dr. Alan Hirsch, neurólogo que encontró que los pacientes que habían perdido el sentido del olfato, también presentaban un alza significativa en problemas tales como tristeza, depresión o ansiedad.
Se han llevado a cabo diversos estudios en los que se ha encontrado que algunos aromas pueden calmar la sensación claustrofóbica, también cómo ciertos aromas pueden mejorar la productividad en el trabajo o relacionar
olores con sensaciones, productos o lugares.
No son pocas las empresas que ya utilizan aromas corporativos con fines estimulantes, de marca o comerciales.
Aunque sin duda el olfato es nuestro sentido más relegado, la cultura occidental ha dado primacía a la vista y al oído y tal vez podríamos decir que el olfato ocupa un oscuro cuarto lugar después del gusto. No sólo el olfato es un sentido relegado, sino también atrofiado y quizá no lo advertimos, inmersos como estamos en la densidad del olor de las ciudades.
Para los hombres que vivían en contacto con la naturaleza, el olfato era una útil herramienta de conocimiento y subsistencia. Podían identificar el estado de los alimentos y aquellos olores que indican peligro como el de los animales salvajes, el fuego de un incendio o la proximidad de una tormenta.